Una vez más se colaba... Desplegaba todas sus
artes, llegaba hasta donde ya mas no se podía. Y cuando tenía la presa
totalmente vulnerable, sacaba el más agrio de sus venenos. Aniquilaba hasta el
último aliento... Enseñaba lo que en realidad había. Después de sacar toda la sagrada energía, después de recibir todo halago para su Narcisa vida,
succionaba su presa acabando así con su vida. Él no se sentía mejor, sin
embargo, le alimentaba la destrucción. Enterraba y se drenaba, sin embrago no
contaba en que la luz siempre encuentra salida, el agua encuentra su caudal, la
energía se trasforma y jamás puede destruirse. Narciso solo es una ilusión y la
magia y los, milagros son semillas que crecen verdes bajo el fango y florecen.
Realmente no necesitan halagos, no necesitan drenajes, crecen y crecen y
reviven bajo el estiércol, sobre las cenizas; en el aire, e el viento, en el
polvo, en el barro. Siempre florecen. siempre gana el amor, la magia... el
milagro y no para un Narciso. Es para el aire que respiramos. Porque
somos eso, esencia pura: No hay nada ni nadie que pueda con ella. No
existe esa dualidad, vacuidad. Somos un todo y no hay otro camino que la luz. a
pesar de las sombras que tratan de eclipsar... Siempre detrás está la luz, por
todas partes, aunque por momentos con un dedo o con un pie parezca que se tapa.
Ahí está y vuele a brillar, aun con más fuerza que nunca. Hasta el infinito y
más allá.